domingo, 28 de marzo de 2010

La orejudita

Posted on 17:25 by Jorge

Desciendo los escalones del Berlín con un paso algo menos que cansino, el sabor de el último porro aún está resecándome la garganta aún aceitosa por los restos del sanguche de milanga que comí en la Buena, necesito rápido tomar algo, Batista no atina siquiera a reaccionar cuando manoteó el porrón, un prolongado trago de cerveza fría logra devolverme el aliento justo cuando terminó de bajar la escalera, ya sin los lentes, intento ajustar la vista a la penumbra viciada, parpadeo dos o tres veces hasta tener una visión más o menos clara del entorno justo a tiempo para distinguir la figura de la orejudita tambalearse entre dos ebrios que intentan articular algún entre que les pueda entregar su sensualidad al menos esa noche, dejo que apenas una sonrisa se dibuje en mi rostro cuando los esquiva casi sin prestarles atención. ¿Por qué te sonreís, tarado? Porque sonrió y punto, no hay que darle tantas vueltas al tema. ¿O sí? Bah, no importa, de última, no importa.

- Cada día más ciega… – digo cuando la orejudita casi se choca conmigo – A ver…

Extiendo mi mano sobre sus cabellos, apenas la apoyo y vuelco la cabeza hacia ese costado, la punta superior de la oreja se le escapa entre los cabellos. Sonrió, la orejudita se queda inmóvil, creo distinguir un destello en sus ojos, una cierta expectativa… “Debe ser el porro que me fumé”, repito hacia mis adentros.

- Ya estamos medio medio… ¿No? Tenés la oreja escapista, je…

Sonríe, atrae cuando sonríe, pero cuando habla tiene una candencia que conmueve hasta aquello que es incólume.

- Sí vos lo decís, Tío…
- ¿Por…?
- Tenés experiencia en andar medio medio…
- ¿Medio medio? Ni ahí, yo siempre estoy del todo del todo, je… Dale, nos vemos después…
- Nos vemos…

Amago a despedirme y la orejudita sigue tan inmóvil como cuando puse mi mano sobre sus cabellos, me detengo un instante.

- Y…
- ¿Y? ¿Qué?
- ¿Por qué te dicen Tío, Marcos?

Me rió, no sé si es el porro o los nervios.

- Una historia larga…
- ¿Muy larga?
- No tanto… Pero un poquito rebuscada.

Vuelve a sonreír y… En fin, vuelve a sonreír…

- ¿No tan larga pero rebuscada? Me estoy haciendo unas imágenes raras…
- Je… Si vos lo decís, me preocupa tu capacidad de imaginación…
- Tampoco es para asustarse, Tío…
- Bueno, bueno…
- Dale, nos vemos y me contás…
- O.K.

En un rapto de estupidez me alejo a buscar a Batista y Tripa, por el rabillo del ojo veo la figura de la orejudita tan inmóvil como cuando rocé sus cabellos.

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