domingo, 7 de febrero de 2010
Capítulo 24: Tratado sobre el hartazgo
Como en mil oportunidades me entretengo en el puesto de diarios de San Martín llegando a Ayolas, nunca, en mi ateísmo tozudo sabré cual es la Iglesia de enfrente que da nombre al bar. “Será San algo” pienso con muy poco brillo intelectual mientras diviso la figura de Hija cruzando Ayolas, fuma como un murciélago adicto a la nicotina, así que le hago una seña para indicarle que voy a tomar una de las mesas de la calle, aprovecho la providencial cercanía del mozo para pedirle una cerveza y dos vasos.
- Qué ciudad de mierda. Me tiene harta.
Hace años que la conozco y sistemáticamente siempre ha empezado cada conversación con la misma frase, pero no hay caso, se va “a vivir en cualquier lado menos en Rosario” y siempre está de vuelta. Mientras que uno, que sólo lo sacaban de acá con “las patitas para adelante”, hoy se siente más un casual turista que alguien criado en estas calles.
- ¿No estás un poquito hinchada de odiar Rosario?
- ¿La verdad? No, para nada. ¿Pediste?
- Un porrón, dos vasos…
- Son las once de la mañana…
- ¿Y…?
- Qué te faltaron los “manices”
Puede ser que este veterana, que su voz se haya vuelto aún más carrasposa y que su orgullo, las tetas, según propias declaraciones, ya no estén en el lugar donde se suponía que debían estar, pero no ha perdido ni una pizca de esa corrosión que ambos, de modo más que discutible, llamamos “humor”.
- Así que terminaste en la FM Corazón.
- ¿Terminé…? Hijo de puta, no estoy tan vieja, todavía puedo caer más bajo, alguna FM de cumbia… ¿Evangélica?
- Ja, ja… Te imagino, lo peor de todo, te imagino, hija de puta.
- ¿Y vos en qué andás…?
El mozo con sorprendente rapidez, trae la cerveza…
- Gracias… ¿Y me traería…?
- Hija... ¿No querés una picada pulenta?
- Y…
- Traiga una picadita…
- ¿De…?
- ¿Con todo? Salame, milanga, queso… Copetines… Aceitunas…
- Ah… Una completa
- Sí, eso.
- Pará, Marcos, que eso tarda
- ¿Estás apurada?
- No, que nos vamos a terminar el porrón…
- Tenés razón… Traiga unos maníes ahora y, cuando la tenga lista, me trae la picadita con otra cerveza. ¿Está bien, Hija?
- “Una inminencia usté”, Padre…
- Son años Hija.
El mozo se retira sin entender como un padre tendrá apenas cinco o seis años más que la hija, contando que difícilmente yo sea cura, pero… Lo que no sabe el susodicho, es que mi sacerdocio es de otro tipo.
- ¿En qué ando? Cosechando fracasos…
- Menos mal… Así que vos cosechas fracasos, desde el día que estaba en la Radio y agarré una de esas revistas, tipo Caras, y tenía un título catástrofe: “Marcos Sarría se divorcia”. Negro, como que se cayó un ídolo.
- Que la familia de Clara era muy cheta… No era para mí.
- Linda mina…
- Sí… Modestamente, sí… Hace… Cuatro, cinco días… Le pegue un talquito.
El mozo trae los manís.
- ¿Hija? ¿El mozo como no tiene el don de la oportunidad o me parece a mí?
- Estamos en San Martín y Ayolas. ¿Qué mierda querés…? Agradece que no se sienta al lado para escuchar mejor…
- Tenés razón… Je. Pero… No, hablando en serio, ahora estoy medio, medio… Me están apretando de la Editorial por una novela, se vence el contrato y no escribí un carajo, estoy… Enquilombadito.
- Si sabés que vas a mandar cualquier verdura y decir que es una novela…
- Me conocés… Y lo peor que se vende.
- Sí, la gente lee cualquier cosa…
- ¿Cuatro Best Sellers? Lee cualquiera.
La conversación parte hacia los lugares comunes de recordar algunas anécdotas para después ponerse al día sobre qué ha sido de la vida de alguien que no sólo hacia mucho que no veías, sino que sospechabas que ya no iba a cruzarse más con tu vida. En el momento que alguno de los dos se dispone a relatar algo relativamente íntimo, el señor mozo, para variar, cae con la picada no tan completa y no tan sabrosa. Pero… En fin, hemos ingerido cosas peores y lo importante es agregar algo sólido a la cerveza.
- Y… Cuando me separo, viene mi suegro… ¿Sabés quién es?
- Sí… Lindo nene.
- Un flor de hijo de puta, pero… Me llevo bien, me quiere… En fin, viene, yo me había ido del departamento… San Telmo… ¿Eh…? Mirá que vivía como un croto, laburaba de corrector en la editorial, se ve que… ¿Viste…? Como que a Clara le había pegado de… De nena rebelde. Se casó con el artista zurdo, ella laburaba de traductora, ahí no había sacado la tercera novela… Con un adelanto había comprado el departamento… Sencillo, de clase media para abajo, el de Avellaneda ya lo tenía, me había metido en un crédito. Bueno, y, me separe, pianto para una pensión hasta ver que nos dividíamos y… La cosa había quedado para el orto, después… Después mejoró, se casó de vuelta y parece que el tipo se la coge mal y… ¿Tenía añoranza de mi pija? Bueno. Estoy en eso y cae mi suegro, que patatín, que patatán y me dice que vaya a su casa hasta que me acomode, que él me estimaba mucho porque le demostré que no había estado con su hija por el dinero y… Bueno, estuve como seis meses viviendo ahí… Barrio privado a todo culo, mal… Y me volví a Avellaneda…
- ¿Te hizo la gamba a vos y no a la hija?
- Sí… Es raro, es raro… Pero… No termina ahí. Me vuelvo a Avellaneda, un depto de mierda, lo único bueno es que… ¿Esta cerca de la cancha? Otra cosa, ni a palos, tiene humedad, da sobre la Mitre y siempre hay quilombo… Bueno. La cuestión, cae el viejo y me dice… Que el quería ayudarme a que “garantizara” mi futuro y… Bueno. Me puso a mi nombre una guasada de acciones, una quinta en Canelones y, agarrate, cien hectáreas en Azul.
- No tiene un hijo.
- No, querida, hija única… Hacete tortilla…Digamos que es fiestera mi ex…
- Me da asquito el gusto a bacalao… Pero… ¿O sea que estás salvado?
- No… ¿Salvado? Calculá que no tengo la más puta de idea de campo, ni de acciones y que a Uruguay… ¿Para qué mierda quiero ir a Uruguay? Pero no laburo. Deje el laburo ahí nomás, chau, puse administradores, que me recagan, pero estoy tranquilo. La quinta la alquilo para turismo, en el campo vino un tipo que quería poner un Spa de no sé que mierda y él hizo toda la inversión esa y vamos mita y mita… De las acciones se encarga mi suegro, el sabe, yo voto lo que el diga… Un día de estos voy en cana. Pero, bueno, estoy bien… Encima cuando saqué la tercera fue Best Seller a las dos semanas, una guasada, no tenés idea el contrato que me firmaron los gallegos.
- Hijo de puta… ¿Fracasos?
- Pero no soy feliz, Hija.
- Te conozco… Debes estar enfiestado todo el tiempo para olvidar las penas.
- ¿Ubicás la UBA? ¿Filosofía y Letras?
- Sí…
- Tengo una estimación que me garché entre el sesenta y setenta por ciento de las minas que han puesto un pie ahí en los últimos ocho años. En ese sentido… Mi vida es buena.
- Y yo siempre con los hippies mugrientos y drogadictos.
- ¿No te casaste? ¿Nada…?
- No te digo que siempre terminó como hippies mugrientos y drogadictos. Me hinchan los ovarios y los mandó a la puta que los remil parió.
- Te tengo una mala noticia.
- ¿Cuál…?
- No es que terminás con… Te gustan los hippies mugrientos y drogadictos, te los buscas solita. Siempre te gustaron hippies mugrientos y drogadictos. ¡A tu vieja le gustaban los hippies mugrientos y drogadictos! Es como una desviación de tu familia. ¿Entendés?
- Tenés razón, como tener razón, tenés razón.
- ¿Pedimos otra?
Una repetición incesante de “pedimos otra” nos lleva hasta las cuatro de la tarde cuando de común acuerdo decidimos compartir un taxi para depositar nuestras conspicuas modorras que mezclan una ingesta desmesurada de cerveza con el incesante calor rosarino de diciembre.
- Pero, boluda, mandame un curriculum y veo que se puede hacer… Buenos Aires es la misma mierda, pero…
- Es Buenos Aires.
- ¿Sabés…? Nunca te tiré los perros.
- Si lo estás pensando te voy a mandar a la reputa que te parió.
- No, no te preocupes, es que a la mayoría de las mujeres de más o menos mi edad con las que me he emborrachado… Sí, sí… A todas les tiré los perros. No sé si es para que te sientes privilegiada u ofendida…
- A salvo, digamos que me siento a salvo…
- Otra cosa… ¿Vos tenés contacto con…?
- ¡¿Con…?!
- Eh… Con… En fin… Con ella.
- ¿Ella ella?
- Sí.
- ¿Cuánto hace?
- Casi quince años
- ¿Y la seguís?
- Es que… Cómo que falto un cierre… Tengo intriga. ¿Qué le pasó? ¿Por qué? ¿Qué mierda hizo de su vida?
- Nada muy excitante, tampoco. Está en Salta.
- Entonces… ¿Tenés contacto?
- Te puedo dar el mail, es el mismo de siempre, pero… ¿Viste? ¿No…? No es de abrirlo mucho y… No tengo la más puta idea si te va a contestar… Vos viste como es.
- Sí… Sí.
- Tengo un teléfono, hace un par de años viajé a Salta, siempre me gusto viajar y… Vive en la casa de los viejos, tengo el teléfono.
- ¿Tenés…?
- ¿No estás pensando mandarte ninguna cagada? ¿No…?
Un taxi aparece con un preciso sentido de la oportunidad, mientras subimos le pregunto:
- Y al final… ¿Conociste Ushuaia?
- Sí. Viví.
- Y…
- Es una porquería.
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