domingo, 17 de enero de 2010
Capítulo 15: Una clara inmediatez de la venganza
Quizás tan sólo sea la búsqueda de alguna complicidad, un dejo de un pasado y un permiso para ser, quizás, solamente necesitaba un polvo que no trajera el trauma del día después. Quizás no estaba buscando nada, quizás tan sólo una excusa…
- ¿Siempre fuiste así de cheta?
Señalo sin meditar mientras me acomodo en una banqueta de este comedero tan moderno, tan funcional, tan delicadamente combinado.
- ¿Me estás bardeando o nada más es una de esas acotaciones pelotudas que tenés cuando te colgás?
- ¿Básicamente?
- Básicamente.
- Lo segundo.
Deja caer, no sin cierto grado de fastidio, una bandejita muy coqueta con tostadas igualmente coquetas. “Je, creía que nada más salían así en la tele” tengo ganas de señalar antes de morderme la lengua frente a la inminencia de una caliente taza de café con leche delante de mi cara.
- Y… ¿Por qué te casaste con…?
- ¿Bautista?
- Eso…
- ¿Despecho? No sé, la verdad…
- ¿Cómo no vas a saber?
- ¿Vos sabés porque te casaste conmigo?
Touché
- Un poco de venganza debe haber… Siempre supe que te iba a dar mucho en las bolas que te reemplazara por un hueco que nació cagado en guita, pensándolo… Era una muy buena manera de romperte las pelotas.
Para qué vamos a andar negando la realidad, no niego un cierto: “Después de MÍ, este pelotudo…” No vamos a decir que me pego un poquito mal, encima… ¿Menos de un año? ¡Conchuda! Mínimo me merezco cuatro o cinco años de duelo, dos o tres divorcios consecutivos y, sólo, después de ahí, aceptar la compañía de un hombre bueno que acepte vivir con una mina que jamás de los jamases va a poder olvidarme… Pero… ¿Con ese polista hueco, fachero y cagado en guita…? ¿Eh…? ¡Yegua!
- En el fondo, un poco enamorada de vos sigo…
Música para los oídos de mi ego.
- No…. Te conozco, me da cierto morbo saber que siempre vas a terminar viniendo al pie. Me gusta, un poquito de venganza, me gusta.
- O sea… ¿Seguís con el boludo nada más que para romperme las bolas?
- No… También a papá…
Hace… Hace… Bueno, creo que jamás la vi reírse con tantas ganas.
- Fuera de broma… Es buen tipo, me hace sentir cómoda, protegida, es bueno con Franquito, me hace sentir querida…
- Y por eso le metes las guampas hasta con un perro muerto…
- Marcos… ¿Vos…? Sentirse protegida y sentirse hembra no van por el mismo lado, eso lo aprendí de vos…
Touché número dos. Apuro el trago de café y mordisqueo una tostada. Están ricas, no es nada más que pinta. Yegua de mierda, me reemplaza con un boludo con el que se siente protegida y, encima… ¿Aprende a cocinar para el cornudo?
- ¿Tan hijo de puta soy…?
- …
- No… Qué necesitar vengarse…
- Nada más sos jodido, ahora… Qué se yo… Te volviste demasiado… ¿Apático? Pero eras un buen tipo, bah… Sos un buen tipo, siempre ayudaste a la gente, te siguen dando por las pelotas las injusticias y… Reaccionas con las injusticias, reaccionas, un poquitito para la mierda, pero reaccionas. Lo que…
- ¿Qué…?
- Que cada vez te queda menos tiempo para ser buen tipo, estás demasiado metido en tu quilombo y… No tenés tiempo para los demás, te vas aislando, te haces menos sensible, escuchas menos. Y… ¿Esporádicamente? Si te ven esporádicamente sos un buen tipo, pero… ¿Todos los días? No estás, nada más… No estás, y no tengo la más puta idea de donde es que te pasas… Cada vez más tiempo.
- Víctor dice que soy un hijo de puta…
- Víctor, no cuenta. Víctor, tiene un sacerdocio, un morbo sexual, qué se yo… Pero la función en la vida de ese tipo es ser la voz de tu conciencia, nada más te quita el laburo de decirte a vos mismo un par de cosas.
Prendo un cigarrillo antes de levantarme, sabe que tengo que irme, sabe que es mejor que me vaya. Me da un abrazo, empuja mi cabeza para darme un beso en la frente. “Cuidate. ¿Eh…?”, dice antes de acompañarme hacia la puerta. Se ha hecho tarde, Franquito ya está despierto jugando con la niñera en el vestíbulo, le guiño un ojo y le lanzo cuatro volutas de humo perfectamente circulares, se ríe mientras imita el movimiento de mis labios, le devuelvo una mueca antes de levantar mi derecha para cerrarla y abrirla repetidas veces hasta que dice: “Tau, tío”. Me cae bien el pibito, nada que ver con el padre.
- Saludamelo a tu viejo si lo ves…
- ¿Papá? Es más probable que lo veas vos, siempre fuiste el hijo que nunca tuvo… Todavía no me perdona.
Sonrió, dudo que pueda decir algo más que una sonrisa.
- ¿Cuánto tiene…?
- …
- ¿El nene?
- Cuatro…
- Ya…
- ¿Marcos Sarría, sensible?
- No, qué…
- ¿Ves…? Esa es la venganza, un boludo terminó haciendo lo que hubieras querido. ¿Ves…?
¡Qué pedazo de hija de una gran puta! ¡Y la puta que la remil parió!
- No, es precisamente que no me hace acordar al padre…
- A mí, sí…
Dejo que mis ojos escapen una última vez tras los hombros, hasta el pibe, para que nos intercambiemos una sonrisa. Clara, apenas disimula una carcajada…
- ¿Jodida la venganza? ¿No…?
Es lo último que dice antes de cerrar la puerta ante mis ojos.
No Response to "Capítulo 15: Una clara inmediatez de la venganza"
Publicar un comentario