miércoles, 20 de enero de 2010
Capítulo 16: Almas del Purgatorio
Nada ha cambiado en las 36 horas de ausencia, la misma incómoda apatía del digamos recepcionista del Hotel Oviedo extiende sin sorpresa alguna la llave de mi habitación, remonto el pasillo e ingreso a la deslucida habitación.
¿Encontraste algo, Marcos? Primero tendría que preguntar si realmente estaba buscando algo o simplemente… Quizás sólo quería decirle que… Sí, me perdonase, no tenía por qué sumergirla en mi ausencia. ¿Dónde estás, Marcos? Esa parece la pregunta que flota y… ¿Qué ocupa tu lugar? Sí, qué, quién es esta entidad que deambula con tu cuerpo, que lentamente se ha ido apoderando de esta carne ajada por los años. Alguna vez… “Cuándo falleció tu madre fue la última oportunidad en que creí que…” Así, sin terminar la frase, Clara me reprendió alguna vez. ¿Qué creía…? ¿La aparición de un Marcos que ella había figurado, de una entidad sobre su existencia se había engañado durante…? Durante el tiempo que sea que estuvimos casados. Tal vez, no… Tal vez esperaba que surgiera eso que había visto en mí, eso que cada vez más quedaba oculto tras lo que sea que hoy ocupa mi lugar, quizás había percibido la íntima verdad de mí… Quizás, quizás no.
El agua apenas tibia resarce un poco los dolores cervicales que años de mala postura han acarreado, un repique incesante de gotas de lluvia cae sobre mi cuello mientras abro la petaca. Un trago, nada más un trago, sentir el ardor de la ginebra recorriendo mi garganta, recordar que algo mío aún mantiene sensibilidad muy por debajo de la superficie de mi piel. ¿La segunda parte de “La noche”…? Sí, claro, es sólo otra excusa para extraviarte, Marcos, nada más que eso.
Deberías, Marcos, aprender que los muertos no se reviven. “Mi índice, apenas un temblor y esta noche se apa…” Muere, simplemente muere. ¿Cómo continuar tras una muerte? No, claro, justamente no pensaste en eso cuando tuviste esta brillante idea, tan sólo un detalle minúsculo que se te escapo.
¿Y si estás muerto, Marcos? ¿Si simplemente es que estás muerto? Nunca te lo preguntaste, Marcos, quizás en aquella noche salteña si ataste fuertemente la sábana al ventilador de techo, quizás si apretaste un fuerte nudo a tu cuello y… Estás muerto, Marcos, simplemente estás muerto o… Sí, muriendo, atado hace unos quince años a los ínfimos instantes de agonía que te han atrapado en el Purgatorio, quizás… Sí, quizás nada de esto sea real, tan sólo una visión patética de tu vida si resistes el nudo que te aprieta el cuello, que te ahoga lenta e inexorablemente, sólo deberías restar toda resistencia, entregarte al igual que lo haces a estas gotas de agua apenas tibia, dejar que tu cuerpo se afloje y simplemente, silenciosamente, se extinga… Sólo tienes que relajar las extremidades que te sostienen, dejarte caer, entregarte al destino y culminar esta agonía eterna, no resistas, tan sólo, deja de resistirte…
No Response to "Capítulo 16: Almas del Purgatorio"
Publicar un comentario