miércoles, 20 de enero de 2010

Capítulo 19: Hija

Posted on 6:34 by Jorge

Si he pensado mil veces que soy un pelotudo la pregunta debiera ser por qué sólo es que lo sigo pensando cuando es abrumador el peso de la prueba para confirmarlo. No tenía que venir, no debía venir y no quería venir. ¿Entonces? No tendría que haber venido… “No, disculpá, tengo un compromiso esta noche… Cualquier cosa te llamo…” ¿Llamarla? Claro, haceme cagar de la risa un rato. Pero, no, no… La regla infalible del cuarto polvo, le acabaste adentro y ahí… “Todo paro y (le) nació el amor”, para parafrasear aquel viejo tema de Ismael Serrano. Vas a cumplir cuarenta y cinco, no podes seguir siendo tan pelotudo.
- Sí, sí…
- Aunque en realidad me siento más cómodo con la poesía…
- Disculpá… ¿Tu nombre era…? Tengo una memoria de mierda.
- Gustavo…
- Lo que tengas… Poesía… Cuento… Lo que tengas, te di el mail, se lo mandás a mi secretario y… Se fija… O sea…– sí, que se arregle Víctor con este boludo – Si se puede… Da y… Lo presenta en la Editorial, pero son jodidos los tipos, pero… Como sea, Víctor te va a guiar mejor que yo… Andrea, escuchame, voy al baño, vuelvo…
¿Es el…? ¿Décimo…? Más o menos. Tendrían que poner un cartelito en la Escuela de Letras. “Si Ud. entró acá es porque no sabe escribir, caso contrario, escribiría”. Es como los que estudian periodismo deportivo, es porque son horribles jugando al fútbol, es una especie de ley de la Naturaleza. ¿Pero qué querés? Te garchás una pendeja de… ¿Veinte, veintidós…? Es lógico, si, encima estudia Letras y te dice que se va a juntar con unos amigos, y, además, que después van al Berlín, tendrías que saberlo… Sos rosarino, pasaste… ¿Cuánto? ¿Cinco años de tu vida internado en el Berlín? ¿No sabías…? Sí, sabías, nada más que sos tan hijo de puta enfermo que querías ver que onda con las amiguitas, y… Están buenas, la verdad que están buenas, la medio veterana, esa tiene carita de enferma como para un trío… Sí…. No sería una propuesta tan descabellada, sos un artista... No un guacho sexópata, medio enfermo como esa vez que te querías arrancar una gordita con el Chelito, y… Insistía un poco y agarraba viaje…
¡La concha de su puta madre! Pasan los años, el lugar se pone más cheto, pero sigue la misma clientela de mierda de siempre… Conchudos chetos que les agarró el ataque de zurdos, hippies mugrientos que hasta principios de año iban a las discos, pero, claro, se metieron en Humanidades y se volvieron revolucionarios, pero igual, igual, les quedo esa costumbre de mierda de levantar los antebrazos e ir empujando al que esta adelante… Pelotudo… ¿Querés pasar…? Agarrame a lo macho del hombro y haceme correr, si no te gusta, pegame un empujón como la gente y correme, pero esos empujoncitos de mierda me rompen los huevos, no sé si darme vuelta para partirle la geta al cheto hijo de mil putas o para atenderlo porque está con convulsiones. ¿Lo dejo pasar? Lo dejo pasar, pero le voy a meter el codo hasta el esternón, hijo de puta. Tomá… Dale, dale, date vuelta, date vuelta, dale…
Le clavo fijo los ojos al cheto que está tratando de recuperar el aire y paso con la sonrisa más psicótica que puedo expresar cuando una especie de tromba me atropella.
- ¿Qué mier…?
Para, para, Marcos… Rulos, cabellera teñida de rojo casi casi del tono de la remera de Independiente, escote que sería inconveniente hasta para una estrella porno y dos tetotas más bien blanquecinas que brotan del escote sostenidas seguramente por el armado.
- ¿Hija…?
Sí, sí… Tiene que ser, cerveza en la mano, cerca de los cuarenta, un porrón en la mano más una cierta actitud de ebria que se combina exactamente con su estado de borrachera.
- ¿Hija? – bueno, llegue tarde para que sus impulsos nerviosos tengan, no digo mucho, cierto grado de coordinación mayor a la contracción errática de sus ojos para fijar la vista – ¿Marcos… Sarría…? ¿”Padre”?
- ¡Hijo de puta!
Mientras espero que la única mujer capaz de romperme el alma, se esté lanzando sobre mí para abrazarme, ruego, lentamente que este sea un “hijo de puta” amable. Abrazo, respiro.
- ¿Qué haces acá?
- Una larga y… Compleja historia. ¿Y vos…?
- Es el Berlín…
- Es el Berlín. Es el Berlín.
- ¿Cómo andás, puto?
¿Además qué más femenino que vos borracha?
- Bien… Medio hinchado los huevos de la compañía, pero… ¿En qué andas?
- Buscando un pendejo de veinte, veinticinco que me de masa toda la noche…
- ¿La parte de abajo sigue como siempre?
- Están todos alzados…
- Vas a conseguir, boluda…
Cuando se ríe tiene un dejo de feminidad, bastante lejano, pero un dejo al fin y al cabo, aunque, cuando te lanza el manotazo sobre el hombro, ese instante, levemente femenino, tiende a disolverse por la misma bruma de que ha venido.
- ¿Soy yo que no estoy en estado o… Vos pegás cada vez más fuerte?
- Estuve haciendo fierros, Padre… Las tetas… Ya no están en el mismo lugar en que tenían que estar…
- Jajajaja. Por cierto… ¿Están en oferta?
- Estoy en oferta…
- La puta que te… Escuchame, tarada, pasame un fono que estoy unos días en Rosario, te llamo y nos hacemos unos porrones…
- Anotá, anotá…
- Yo te mando un mensaje después, porque… En este estado…
- Sí, mejor… Ciento cincuenta y cinco…. Dos, cuatro, siete… ¿Dos, cuatro, siete…?
- Sí, ya me dijiste…
- Qué no estoy muy bien…
- Lo noté… Dale…
- ¡Ocho cuarenta y tres!
- Listo… ¿Con quién estás?
- ¿Te acordás la rubia?
- ¿Rubia…?
- La que… Está sentada allá atrás…
Apunto la mirada, escudriño un poco…
- Ya sé… Para… ¿Está más buena que antes o me parece?
- Tiene guita… Ya estaba buena… Imaginate con cirugía…
- Haceme la segunda…
- Dejate…
- Haceme la segunda…
- Pero… ¿No tenías compañía?
- Haceme la segunda… Que le tengo ganas atrasadas…

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