sábado, 19 de diciembre de 2009

Ultraje

Posted on 21:23 by Jorge


No me acuséis de arrogancia, estimada señorita, en este lecho no hay más arrogancia que la depositada en vuestra anatomía. Os dije, no subáis a este tren, y, sin embargo, vuestra altiva condición os condujo hacia la absurda suposición que un dejo dulce de voz podría hacer negar la propia condición. No acuséis de arrogante a quien no hace más que el suyo deber, la arrogancia es la dulce voz que ha intentado llevarle la traición. Os dije, no subáis a este tren, en él no se halla más gloria que el deseo, ni más deseo que el ultraje.
¿Ganáis victoria o decoro alguno con ese llanto contenido a la boca de vuestras pupilas? ¿Creéis que la ingenua embriaguez expía culpas desnudas de pudores? Estimada señorita, convertid el sonrojo de vuestras mejillas en sazón hidalga de dignidad, decid orgullosa que vuestra carne ha querido el ultraje hiriente al que se ha sometido. No busquéis razones inocuas y vacías, dejad vuestra alma libre de todo pecado, excepto aquel que se encuentra en el origen. Os dije, no subáis a este tren, allí no hay más camino que el de la propia sabiduría.
Sed sinvergüenza de ultrajada desidia, sed mujer desnuda más que niña vestida con arropos de muerte, tan sabia como fría. Llevad orgullosa el manto gris del despojo, dad la pudorosa mirada de la prostituta más amada que querida, originad en tu vientre el sonrojo de quien lo mire. Sabed, estimada señorita, no hay más ultraje que el del señor sobre el siervo, ni más noche que la vivida. Os dije, no subáis a este tren, allí no hay más pecado que un alma libre e impía.

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