jueves, 24 de diciembre de 2009

Denuncia contra la masonería de los Muppets

Posted on 9:16 by Jorge


Obstinadamente siempre me abstuve de ser participe de cualquier teoría sobre la predeterminación. No, no y no, pueden existir condicionamientos socio-económicos que de algún modo determinen nuestra realidad material, pero ello no debiera confundirse con la pretensión fatalista de que en nuestro futuro seremos protagonistas inevitables de un específico hecho concreto o, al menos, que cierta situación nos perseguirá de por vida. Bueno, bueno, pero como he dicho, siempre me abstuve de ser participe de estas ideas claramente infundadas que revisten un indudable toque místico, empero, muy a mi pesar he detectado que vengo siendo víctima de una constante persecución por parte del color verde, este celo que dicho color ha demostrado hacia mí revelan una preocupante neurosis obsesiva de éste volcada hacia mi persona, patología que sin dudas me preocupa de manera alarmante y pidiendo por medio de esta misiva que las autoridades correspondientes dicten las medidas adecuadas para restringir el contacto del color verde hacia mí.
Según una prima esta persecución responde a que “siempre quisiste estar verde y ser la Rana Rene” (sic), hecho que no recuerdo cabalmente y atribuyo a que, como siempre sostuve, nací ya bajo una notoria influencia de alucinógenos, pero, sin lugar a dudas, este testimonio contribuye radicalmente ha establecer la patológica persecución a la que me veo sometido desde la más tierna infancia por parte del color verde y también señala como partícipes necesarios de este perverso plan a la Rana Rene y al señor Jim Henson, creador de estos personajes, mientras pido formalmente que se investiguen los lazos que unen al resto de los Muppets con esta campaña contra mí, especialmente, de Abelardo “El Pollo” que siempre me dio mala espina.
No, la evidencia revela que no sólo estamos ante la peligrosa neurosis obsesiva de un color sobre mí, lo cual es grave, pero podría adjudicarse solamente a que un color ha perdido la cordura, sin embargo, con la innegable participación de esos pérfidos personajes de los Muppets, se observa que esto es en realidad una campaña internacional montada para corroer mi prestigio y salud mental. Es más, los rastros de esta perfidia se remontan incluso al 18 de agosto de 1974 cuando mis progenitores realizaron el acto necesario para engendrarme, durante esa jornada, mi padre, ante el proverbial e intenso frío que se abatía sobre el Barrio Refinería de Rosario creyó que la forma más conveniente de atender su higiene personal era imitando a los franceses, ante lo cual, marcando su coherencia ideológica, entonando el cántico “De Gaulle, Perón… Tercera posición” se dirigió al baño de aquella casa de Monteagudo al 300 y procedió a muñirse de un frasco de perfume “Gelatti” que fue vertiendo sobre su voluminosa anatomía para disimular la conspicua falta de higiene que lo poseía en las épocas invernales, en ese estado, hediendo a perfume, mi padre, según declaración autógrafa realizada por él ante escribano público, fue compelido por mi madre a que hiciera “la chanchada” bajo la consigna “serví para algo y haceme un hijo”. El resultado de esa coacción y reducción de la figura de mi padre al mero papel de percherón ante la insistente alerta del reloj biológico de mi madre, fue que el 21 de abril de 1975, seis días antes de lo estipulado para cumplirse el período fijado de 9 meses, naciese este hermoso vástago. La anécdota de mi gestación pasaría desapercibida si no fuese que mi padre, en la misma declaración autógrafa realizada ante escribano público, adjudica a “la orgía alcohólica en que se vieron envueltos por la ingesta desmedida de Gelatti” (sic) el hecho de que sus espermatozoides lograran fecundar el óvulo materno, como prueba innegable de sus afirmaciones se acompaña documentación de que en varias y escabrosas situaciones, y de las que un hijo, créanme, no debiera haber tenido noticia alguna, cabalmente, sus espermatozoides jamás produjeron un resultado similar, adjudicándose este efecto, es decir yo, sin lugar a dudas al hecho de “haberse vaciado un frasco de Gelatti sobre el cuerpo para ocultar la mugre en honor a la doctrina de la Tercera Posición y del compañero Presidente de Francia, General Charles De Gaulle”.
Este hecho no tendría más relevancia que ser el fundante de mi conflictiva relación con el peronismo, a lo cual se agrega a que en el momento de clímax de aquel 18 de agosto mi padre gritó: “Viva Perón, carajo” mientras agitaba con su siniestra una foto que su hermano, en obligada estadía en Cuba, se había sacado junto al Che, Cooke y otros exiliados argentinos tras haber “socializado” un ternero que sacrificaron a culatazos de rifles Garand para luego asarlo con una abundante ingesta de ron, hecho menor si el estado etílico de los exiliados no hubiese derivado en que el fuego nunca fue apagado y generó un considerable incendio forestal en la Sierra Maestra, suceso que valió una fuerte reprimenda de Fidel al Che y, según cuentan las malas lenguas, sería el real motivo de su desplazamiento de la primera línea de la Revolución. Bueno, como decíamos esto no tiene nada que ver y en todo caso entra en la particular interpretación histórica de mi padre, el cual me indujo a creer hasta el año 81 que la II Guerra Mundial había concluido con la derrota de yankys e ingleses por parte de los rusos y alemanes, allí, en el año 81, cuando aprendí a leer, sinceramente me sorprendió grandemente que, desde el 41, rusos y alemanes habían peleado dicho conflicto en bandos enfrentados.
En fin, me he ido de tema, sepan disculpar, pero lo clave de esto es el color de ese perfume que provocó la anormal excitación de los espermatozoides paternos que derivaría en mi nacimiento. Quienes tengan memoria, recordaran que aquella marca, “Gelatti”, se caracterizaba por venir en un envase tamaño familiar, que lo hacia indicado para cubrir la obesa grasosidad de mi padre, y, además, por tener un tono notoriamente verdoso. Esto comprueba que esta obsesión del color verde sobre mí persona precede incluso a la fecha de mi nacimiento.
Según fuentes confiables, ya que he infiltrado el círculo íntimo del agente imperialista Jim Henson, financista de esta persecución descarnada sobre mí, pero no puedo dar el nombre del Oso Figueredo porque comprometería su seguridad, bueno el informante, como llamaremos al Oso Figueredo para no revelar su identidad, me ha asegurado que, enterado de las complejas circunstancias de mi gestación, el color verde presa de un rotundo complejo de inferioridad ante la predominancia del azul y el rojo, que encima son colores primarios y no un pobre mestizo hijo de una relación extramatrimonial entre azul y amarillo, se convenció que a través del Gelatti había obrado como espíritu santo en la inmaculada concepción de un Mesías que vendría a capitanear un inmenso movimiento político-social cuya estructura central es Greenpeace para conquistar el mundo y establecer un régimen fascista-ecologista-comunista que como primer medida pase por las armas a todo posible contaminador que será luego utilizado como abono para plantar una serie interminable de libustrines que repararían la capa de ozono. Según, nuevamente bajo infidencias de nuestro informante, que es como llamamos al Oso Figueredo, ante la muerte de Jim Henson en 1990 el comando financiero y operativo de esta inmensa conspiración verde paso a manos del oscuro ex vicepresidente estadounidense y subcapacitado mental Al Gore, incorporando a sus filas al travesti arrepentido de Leonardo Di Caprio, el cual, con el fin único de atormentarme por mis reticencias a tomar el lugar mesiánico que me proponen en esta aberración, protagonizó dos películas donde se aprieta a la Kate Winslet, la cual, a pesar de ser británica y seguramente antiperonista-comunista de marcada influencia trotskysta, debo reconocer que me calienta y mucho, tanto como la Rachel Weisz y la Keira Knightley también británicas, más que sospechosa casualidad que revela la complejidad de esta conspiración verdosa y que induce a suponer la participación de Brendan Fraser, Ralph Fiennes, Clive Owen, Orlando Bloom, Jim Carrey y otros que se apretaron a estas damas en diversas producciones cinematográficas con el sólo fin de torturarme. Sepan las autoridades competentes que, con ese permanente bombardeo del aparato fílmico, sufro lo mismo que el pobre Jesús de Nazareth al ser tentado por Satán en el desierto.
Si no bastase que justamente el color verde sea el mismo que el del pérfido dólar estadounidense, el cual, como señalaba mi difunto padre tras estamparse una damajuana de mal vino tino, es “el instrumento que estos masones, yankys, comunistas, gorilas hijos de la mil putas y de indudable influencia trotskysta han inventado para atacar a los buenos muchachos peronistas como Alejandro Magno, Aníbal de Cartago, Julio César, Jesús, Mahoma, Carlomagno, Saladino, Napoleón, Mariano Moreno, Artigas, Rosas, Alem, Irigoyen, Stalin, De Gaulle, el Che, Nasser, Nehru, Jomeini y el chabón ese de rulos que está en Libia” (sic), recuerdo con nostalgia estas palabras de mi padre antes de retirarse semidesnudo, bailoteando al ritmo de rumba mientras cantaba “Gorbachov traidor, saludos a Vandor”, una imagen que ha quedado en mis pupilas, torturándome casi tanto como cuando mi madre se dedico a explicarme con innecesario lujo de detalles que mi concepción de ninguna manera había sido inmaculada como pretendía el infame y enfermo color verde, en fin, un cúmulo de cuestiones que sirven y servirán para incrementar la fortuna del colegio profesional de psicólogos de Rosario.
Sin embargo, esta brutal conspiración ha encontrado complicidades incluso dentro de mi seno familiar, caso concreto, el mayor de mis primos por vía materna, quién me introdujo en la degustación de la ferroquina, cuyo color, como sabrán es clara y absolutamente verdoso, a lo cual, siguió en mí un período de adicción a esta bebida, la hesperidina y el siempre disponible licor de menta, lo cual, a pesar de todo, no consiguió debilitar mi convicción de no ser cómplice de esta horrible conspiración. El argumento del mentado primo para inducirme al vicio, era que la ferroquina resultaba en una excelente relación costo-beneficio pues tenía la facultad de ponerte como una cuba con dos vasos y te asqueaba tanto que no querrías tomar nada más en toda la noche, allí descubrí por qué a pesar de tener los apodos de “Rambo” y “Mc Gyver”, la forma en que el mentado primo era más comúnmente llamado por el apelativo “Gringo amarrete”.
Si estas cuestiones fueran insuficientes para establecer las extrañas apariciones que el color verde ha tenido en mi vida, y, creo, justifican la intervención de autoridad competente, señalaré por último que nuestro informante, que es, como ya dije, la manera en que llamamos al Oso Figueredo para no comprometer a su integridad, ha revelado que al enterarse la Rana Rene, quién se ha proclamado Sumo Sacerdote de esta infame horda de masones antiperonistas, de mi inserción en el mundo futbolístico y que a pesar de ser un recio zaguero central defendía las virtudes futbolísticas del atildado juego menottista, se invirtieron ingentes sumas de dinero facilitadas por Jim Henson para lograr el triunfo del antifútbol de Ferro Carril Oeste en el Torneo Nacional de 1982, lo cual, seamos claros, hubiese sido imposible para este mediocre equipo, cuyo color es precisamente el verde, y mucho más que repitiese en el Torneo Nacional de 1984, cuando el estilo atildado con que yo reducía a polvo las tibias y peronés o la natural elegancia para inducir severas entorsis de tobillo en los delanteros rivales eran ya famosas en el predio “Malvinas Argentinas”. Esto fue un intento para debilitar mis convicciones futbolísticas que ya en aquel entonces hacían que desde las gradas se comentara “Miranda combina los talentos de otros dos Jorge, la elegancia de Griffa con la brutalidad de Pautasso”, tratando de convencerme de las bondades resultadistas de las descalificadotas patadas carentes de estilo que propinó Garré durante su prolongada y criminal carrera.


Con todos estos fundamentos, solicito:


1º) Se corra vista a las autoridades competentes para implementar las medidas de restricción correspondientes al color verde respecto a mi persona;
2º) Se ordene el cambio del uniforme del Ejército del verde oliva al azul utilizado por los granaderos de San Martín, y, si por las necesidades de camuflaje de la guerra moderna esto no fuese posible, se solicita se cambie a un marroncito chévere de corte chapista;
3º) Se corra vista al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto para que exija la inmediata extradición de la Rana René, Al Gore, Leonardo Di Caprio y demás implicados en esta espantosa conspiración masónica y comunista del antiperonismo gorila y antinacional; y,
4º) Se exija a la Embajada del Reino Unido en nuestro país que compela a sus ciudadanas Keira Knightley, Rachel Weisz y Kate Winslet para apersonarse en la habitación Nº 3 del Motel Diablos sito en la Ruta 21 Km. 289 de la localidad de Alvear, Provincia de Santa Fe, República Argentina. Lugar donde las estaré esperando ansioso para realizar una partuza de desagravio al pabellón patrio y a la causa peronista de Perón, De Gaulle y el tipo ese de rulos que está en Libia. Por si lo juzgase conveniente la autoridad competente, no pondré obstáculo alguno si desean que de este desagravio sean compelidas a participar Beyonce, Catherine Zeta-Jones, Jennifer López, Zhan Ziyi y Ornella Muti, que estará tirando a decrépita pero sigue siendo Ornella y jamás la pude olvidar en su rol de la Princesa Aura en la versión fílmica de Flash Gordon, si esa fuera su decisión diré que este argentino tiene lo que hay que tener para darle su escarmiento a estas infames agentes del imperialismo masón, para lo cual, las espero a todas y a cada una de ellas en el jacuzzi de la antedicha habitación Nº 3.


Sin más, me despido



¡¡¡VIVA LA PATRIA!!! ¡¡¡MUERTE A LA MASONERÍA MUPPET!!!



Jorge Santiago MIRANDA
24 de diciembre de 2009
Rosario, Santa Fe, Argentina

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