miércoles, 14 de octubre de 2009
Capítulo V: La providencia divina
“La noche, lo más difícil, siempre, es la noche...” ¿Cómo puta alguna vez pude ser tan claro? La frasecita contenía todo lo que después iría desgranando, era un cuidadoso trabajo artesanal, no había lagunas, dudas ni nada, solamente tenía que recurrir una y otra vez a la frasecita y las palabras surgían como un torrente. Nunca más, simplemente, nunca más.
Tiene razón Víctor, tardé nueve años y medio en terminar esas cuatro bazofias, no tengo ni probabilidad de hacer algo más o menos presentable en seis meses... No, ni a palos. Bueno, sí, podría hacer cualquier basura. Una autobiografía novelada, sí, claro, no importa demasiado, igual se vendería en un número razonable. Je, también es cierto, sí, novelar mi autobiografía es lo único que hago.
¿Kafka? ¿Quién mierda me puede comparar con Kafka? A lo sumo… Que me equiparen a Arlt, pero con tal falta de talento que debo escribir toda una puta novela para decir lo que Arlt expresa en una minúscula Aguafuerte, y, por si fuese poco… Tal es mi falta de talento, que me comparan con Kafka. Bueno, esto no ayuda en nada, el problema aquí es que tengo abierto el Word y no sale un furúnculo de nada, bien, me voy a jugar otro solitario.
Máquina de mierda, no puede tirar cartas más hijas de puta. En fin, sigamos con esta puta página virtual. Bien, a ver, que escribí: “Un hombre, una mujer... Un tránsito eterno a la nada y al todo”. Puta mierda, no tiene ni el más pálido sentido. Bien, bien, podría ser, algo de tono existencialista... No, definitivamente es una porquería, pero, bien, bien, relacionemos cómo han salido esas palabras. A ver, ¿qué tengo en la cabeza? Elementos: 1) hombre; 2) mujer; 3) la nada; y, 4) el todo. Conjunciones posibles: 1) hombre-mujer; 2) hombre-nada; 3) hombre-todo; 4) mujer-nada; 5) mujer-todo; y, 6) nada-todo. Perfecto, tengo la sensación de estar tratando de descubrir la pólvora... Intento bastante estéril, los chinos las descubrieron en... Bueno, no tengo la más puta idea, pero hace mucho.
¿Por qué? A ver, qué me falta... Un tránsito eterno… Eso, tratemos de explicar la idea. Ajá, bien, efectivamente acabo de descubrir la pólvora. “Las relaciones entre hombres y mujeres resultan un tránsito eterno entre la nada y el todo”. Señores y señoras, acabo de descubrir: LA PASIÓN. Contando que el primer zapallo que escribió una ficción, casi seguramente, lo hizo para levantarse una mina, acabo de descubrir lo más obvio de lo obvio.
Bueno, intentemos, por qué demonios las primeras palabras que asocio tienen que ver con la pasión... Ni idea, ni idea. Puta madre, me clavaría un vinito si no tuviese que ver como mierda termino una novela en seis meses. No, decididamente odio la noche, tenés cincuenta mil ocho ideas revoloteando en la cabeza y no hay nada que puedas hacer para olvidarlas, entretenerse en algo, embotar los sentidos y no pensar. ¿Ir a un bar? No hay nada más filosófico que sentarse sólo en un bar. ¿Emborracharse? No sólo que no te olvidas de una puta pena, sino que articulas las mil y una maneras de que esa penita chiquita te haga pelota. Lo único posible es pegarse un buen polvo, o encanutarse en un lugar dónde haya perspectivas de pegarse un buen polvo, así uno se siente algo animal, algo instintivo, se saca la racionalización inculcada y es salvajemente libre, pornográficamente libre... No, odio la noche, lo más difícil, siempre, es la noche...
¡Un segundo! La tengo, la tengo... Atravieso el estar en menos de un instante y golpeo exaltado la puerta de Víctor.
- Víctor, Víctor... La tengo, Víctor, la tengo
Se asoma por la puerta con los ojos entrecerrados por la profusa cantidad de lagañas que desde hace un par de años tienden a juntar sus párpados.
- Che, pedazo de hijo… ¿No tenés idea de que, en este departamento, algunos, sí laburamos?
- La tengo, hermano, la tengo...
- Las ganas de romper los huevos, tenés... ¿Qué mierda te pasa?
- Voy a escribir la segunda parte de “La noche”...
- Bien, te felicito... Ahora, dejame dormir y... Ahhhhh, mañana hablamos. ¿O.K…?
- Bueno, bueno... Perdoná, pero tenía que contarle a alguien.
- Sí, sí, no hay problema...
- Hasta mañana...
- Sí, hasta mañana, pero, te adelanto un problema menor con tu idea...
- ¿Cuál?
- No sé, quizás se te escapo o ya pensaste una solución, no sé...
- ¿Cuál?
- Termina que el protagonista se suicida... Un problema menor, hasta mañana – dice en el mismo instante que cierra la puerta


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