miércoles, 24 de septiembre de 2008
Entelequias
Posted on 5:59 by Jorge

Las palabras resultan esquivas para explicar el asco provocado. Prolijos uniformes bordo entrando al colegio “Virgen del Rosario”, jóvenes despreocupadas de camisa inmaculadamente blanca... ¿Qué pasaría en la mente del Padre García?, ¿hallaría, esa juventud, irritantemente sensual o peligrosa?. Tal vez, tal vez soñaría con un “regalo” que le ofreciesen...
Chicho y su mujer solían esperarlo a la tardecita, siempre por Callao. Sin haber estado jamás presente, he imaginado bien la escena: el Padre, tras su escritorio, relataría las últimas “noticias” de Chichito, que Chichito necesitaba “algún dinero”, y, por sus servicios, diría que no se preocuparan, que bastaba un “regalo”. Pero, para qué necesitaría dinero, si Chichito era una entelequia.
“Cosa irreal” juzga el diccionario al referirse a las entelequias. Sin embargo, una entelequia hizo que despidieran a Jorge Raúl, Defensor General en los Tribunales Provinciales. Después de todo, resultaba absurdo, ¿para qué necesitaría un Habeas Corpus esa incorpórea entelequia?.
También el hijo de Don Juan era una entelequia. ¿Sería una entelequia vital cuando el auto, misteriosamente, explotó?. Don Juan tenía “relaciones”, pero le recordaron que aún podía disfrutar de un hijo y de nietos. No, Don Juan no quería más entelequias en el seno familiar, resultan poco corteses, tienen la costumbre de asaltarnos por la noche.
“No le quedaba otra, esa estaba demasiado metida, tenía que tirarse...”, dijo el minúsculo agente de policía, así de directo podía hablar en cualquier negocio del barrio. Cuentan que Rita intentaba asirse mientras caía desde el hotel “Libertador”. Extraña manera de suicidarse tienen las entelequias.
Enrique, dicen, tenía mucho dinero antes de vender todo. Según cree, estuvo en la Escuela de Mecánica de la Armada, no mantiene exacta noción del tiempo y del espacio, dice que oía ruidos de maquinaria. Cerró la constructora, vendió casa, auto... sin embargo, hasta hoy, el temor no le ha dejado pedir una indemnización.
No obstante, todo es una entelequia, es improducente preocuparse por estos temas metafísicos. Así, improducente, lo juzgó el Vicario Castrense, Monseñor Bonamin, jamás se desveló por saber de dónde venía el “plomo” que abrigaba a su sobrino nieto...
Decididamente, no vale la pena, son meros “excesos del pensamiento”....
Chicho y su mujer solían esperarlo a la tardecita, siempre por Callao. Sin haber estado jamás presente, he imaginado bien la escena: el Padre, tras su escritorio, relataría las últimas “noticias” de Chichito, que Chichito necesitaba “algún dinero”, y, por sus servicios, diría que no se preocuparan, que bastaba un “regalo”. Pero, para qué necesitaría dinero, si Chichito era una entelequia.
“Cosa irreal” juzga el diccionario al referirse a las entelequias. Sin embargo, una entelequia hizo que despidieran a Jorge Raúl, Defensor General en los Tribunales Provinciales. Después de todo, resultaba absurdo, ¿para qué necesitaría un Habeas Corpus esa incorpórea entelequia?.
También el hijo de Don Juan era una entelequia. ¿Sería una entelequia vital cuando el auto, misteriosamente, explotó?. Don Juan tenía “relaciones”, pero le recordaron que aún podía disfrutar de un hijo y de nietos. No, Don Juan no quería más entelequias en el seno familiar, resultan poco corteses, tienen la costumbre de asaltarnos por la noche.
“No le quedaba otra, esa estaba demasiado metida, tenía que tirarse...”, dijo el minúsculo agente de policía, así de directo podía hablar en cualquier negocio del barrio. Cuentan que Rita intentaba asirse mientras caía desde el hotel “Libertador”. Extraña manera de suicidarse tienen las entelequias.
Enrique, dicen, tenía mucho dinero antes de vender todo. Según cree, estuvo en la Escuela de Mecánica de la Armada, no mantiene exacta noción del tiempo y del espacio, dice que oía ruidos de maquinaria. Cerró la constructora, vendió casa, auto... sin embargo, hasta hoy, el temor no le ha dejado pedir una indemnización.
No obstante, todo es una entelequia, es improducente preocuparse por estos temas metafísicos. Así, improducente, lo juzgó el Vicario Castrense, Monseñor Bonamin, jamás se desveló por saber de dónde venía el “plomo” que abrigaba a su sobrino nieto...
Decididamente, no vale la pena, son meros “excesos del pensamiento”....
Jorge Santiago Miranda Sanger
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