martes, 23 de noviembre de 2010

Qué terrible pelotudo

Posted on 18:56 by Jorge

Apenas puedo servirme el café, dejo que el cigarrillo se prenda en la hornalla, dejé de fumar pero siempre tengo un atado por si vuelven a darme ganas, le doy dos o tres pitadas, tosó un poco por la falta de costumbre y empiezo a tirar la ceniza en el café cuando Víctor entra en la cocina.

- Me vas a tener que limpiar el auto…
- ¿Lancé adentro?
- No… Me parece que me barnizaste la puerta nomás…
- Te pago el lavadero, me tengo que ir a laburar… ¿Cuánto es?
- Dejá… Después arreglamos…

Parece haberse despertado con un humor particularmente malo, lo cual tampoco me molesta demasiado, quizás, así, no tenga que soportar sus burdos intentos por tener una conversación amigable a estas horas donde sólo quisiera que Buenos Aires estuviera asentada sobre una gigantesca falla sísmica para que un terremoto me evite el enojo de ir a la Editorial. Se sienta en uno de los taburetes con una actitud que me hace reflexionar sobre la mimetización y que, probablemente, este deseando exactamente lo mismo que yo… No… No puede ser, Víctor, no es ni por asomo como yo, jamás desearía que se muera media Buenos Aires para no tener que ir al trabajo, lo suyo es más bien la autolamentación y pedir que un rayo caiga misteriosamente del cielo sobre sí… Sí, es más víctima que victimario.

- Marcos… ¿Hablaste en la Editorial?
- ¿De…?
- Por el trabajo…
- Sí… Le dije a Alejandro …
- Insistile, por favor…
- Mucha bola no me da…
- Pero, sos un autor de…
- Soy empleado, Víctor, nada más… Tienen los derechos, pero soy un boludo que escribió una boludez, no soy Soriano, Fontanarrosa, una cosa así… Laburo de corrector porque estaba cagado de hambre. Esa es la bola que me dan…
- Está bien… Si no querés…

No es un día normal, probablemente sí suceda ese terremoto que estoy deseando. ¿Víctor? ¿Víctor, me contestó mal? ¿Víctor, me bardeó?

- ¿Por qué no te vas un poquito a la reputa que te remil parió, pedazo de vividor, sanguijuela hija de mil putas? ¿Qué me apurá, vo’…? Movete… ¿Querés el laburo? Movete vo’… ¿Qué soy tu papá…? ¿Qué soy?
- Lo necesito, Marcos… – baja el tono hasta volverlo casi imperceptible
- ¿Y qué mierda querés que le haga?
- Estela está embarazada.

Levanta la cabeza y clava sus ojos en los míos, cada silencio en la vida tiene un cierto dramatismo, si se observa bien, cada silencio carga un cierto dramatismo. Mi mano izquierda queda gesticulando justo delante de mi rostro mientras intento reprimir un insulto que empuja a salir, son unos instantes en que agito la mano y aprieto con toda fuerza los dientes para intentar que no suceda lo que es inevitable.

- Pero… ¿Vos sos pelotudo o te hacés?
- Pasó, Marcos, pasó… ¿Qué se yo?
- ¿Cómo mierda pasó? ¿Mandaron una cartita a París? ¿Qué pasó?
- Se olvidó de la pastilla… No sé… Marcos… No sé.
- Vos sos pelotudo y medio. Vos sos un boludo a cuerda… No podés ser tan pelotudo. Sos… Sos… Sos un salame. ¿No te podés poner un forro?
- ¿Vos me vas a decir que me ponga forro?
- Es distinto…
- Sí… Yo cojo con mi pareja, mi pareja estable… Vos…
- Por eso.
- ¿Por eso, qué?
- A mí no me quieren enganchar.
- ¿Y la Turca?
- La Turca me quiere coger, no me enquiere enganchar…
- No… Claro…
- ¿Sabés por qué milita a favor del aborto…? ¿Por qué le interesan las minas que se mueren todos los años? No… Quiere que el próximo se lo cubra la prepaga… Tiene veintidos y… ¡Tres abortos! ¿Te parece que quiere quedar embarazada? ¿Eh…?
- Sos un… Andate a la mierda.

Encima soy el hijo de puta, él es boludo y yo soy el hijo de puta… La hija de puta es la forra que se “olvidó” la pastilla.

- Nos vamos a casar…

Quisiera putearlo, mandarlo a la reputa que lo remil parió y…

- Vas a ser el tercer amigo que hace la misma boludez, tengo dos pelotudos iguales en Rosario, hacen cola pa’ mandarse cagadas.
- ¿Qué querés que haga?
- Aborten.
- No… Macho, no… Es mi hijo.
- Por eso. ¿Le querés cagar la vida? El papá pelotudo y la mamá histérica.
- No te voy…
- ‘Ta bien, dejá…

Enfilo hacia el balcón, si me quedo un segundo más le parto la cara por imbécil, mejor respiro un poco de aire y trato de ordenar las ideas, trato de… No, no me sale, no puedo ordenar un carajo. ¡Pedazo de pelotudo! ¡Infeliz! ¡Otario! ¡Ganso! ¡Boludooooo! No… Si yo sabía que esa forra lo iba a terminar cagando y el pelotudo le sigue el puto juego. Son unas conchudas psicópatas, hijas de mil puta, son todas iguales, están todas cortaditas por la misma puta tijera… Te enganchan, te emboludean y… Te cagan, de una u otra manera te cagan la vida, y, encima, le cagan la vida a una persona que no tiene nada que ver. ¡Pobre pendejo!

Respirá, Marquitos, respirá, volvé a la cocina y tratá de tranquilizarte un poco.

- Disculpá… Pero… No me cae Estela. Te está cagando…
- Y… No sé. La quiero. Yo… La quiero, ella es así, pero… La quiero.
- Anoche… ¿Discutían por eso?
- Sí… Que cómo vamos a mantener al pibe conmigo laburando de mozo y… Laburando a veces, vos sabés… Qué ella va a tener que dejar de laburar…
- ¡Qué hija de puta!
- Marcos…
- Sí, dejá. Mejor no te digo nada.
- ¿Me entendés?
- Lo voy a parlar de vuelta… Pero… Si no hay una vacante… Y… Incluso así… Hay mucho acomodo… Pero la intento, la intento.
- Hacé lo que puedas y… Gracias.

Le apoyo la mano sobre el hombro y lo zarandeo un poco, suavemente, como para decirle que estoy intentando romper mi fobia al contacto humano.

- ¿Sabés…? No es mucho, pero son unos pesitos extra. Tengo ganas de dejar el laburo con la prensa del Partido, me tiene los huevos llenos, quizás…
- Pero de eso no sé nada, Marcos.
- ¿Y…? Ellos tampoco, por algo les va como les va… Tenés que diagramar, corregir la sintáxis y punto. Es una boludez y son unos manguitos… ¿Sabés la que vas a tener que gastar?
- Sí… Fijate… Si se puede.
- Dalo por hecho y… Lo otro… Veo que puedo hacer, pero… Algún culo va a sangrar, no te preocupes, algún culo siempre sangra…

Vuelvo a aferrar su hombro y escapo hacia la Editorial antes que se haga aún más tarde. “Qué terrible pelotudo”, me digo y cierro la puerta.

No Response to "Qué terrible pelotudo"